La sociedad de inquilinos de Vitoria a principios del S. XX

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Como veíamos en un artículo anterior, durante el primer tercio del siglo XX era frecuente la existencia de sociedades o sindicatos de inquilinos en muchas ciudades españolas y Vitoria-Gasteiz no fue una excepción. En nuestra ciudad tenemos noticias de que la Sociedad de Inquilinos fue especialmente activa entre los años 1924 y 1936. Aunque las primeras referencias las encontramos en 1924 es posible que la fundación fuese anterior a esa fecha. Y lo mismo ocurre con la fecha de desaparición de la sociedad de inquilinos, que pudo ser algo posterior a 1936, aunque como por desgracia es conocido, no sería mucho más tarde. La Sociedad de Inquilinos tuvo su sede en el número 3 de Siervas de Jesús, en la planta baja. 

Una sociedad de inquilinos dirigida por profesionales liberales

Cuando hablamos en un artículo anterior de la huelga de inquilinos de 1905 en Barakaldo y Sestao veíamos que quien había propulsado esa acción, aparte de la Sociedad de inquilinos, eran las agrupaciones socialista y anarquista, y las acciones habían sido llevadas a cabo exclusivamente por obreros de la siderurgia y minería de la zona y por sus esposas.

En cambio, el paisaje humano que encontramos en la sociedad de inquilinos de la Vitoria de entreguerras es muy distinto. Conocemos algunos de los nombres que formaron parte de la junta directiva de la sociedad de inquilinos y vamos a hacer un acercamiento a la sociedad a través de sus miembros y lo que conocemos de sus vidas. 

Pero para dar una pincelada general, veremos que sus dirigentes son casi sin excepción profesionales liberales, funcionarios o dueños de pequeños negocios. Así que sus problemas nada tendrían que ver con los que en esas fechas y en la década anterior tuvieron los obreros industriales de la margen izquierda del Nervión. Conocemos incluso la dirección de las viviendas de algunos de estos dirigentes de la sociedad de inquilinos, que no vivían en las zonas donde vivían los obreros (por ejemplo, en el Casco Viejo), sino en el ensanche.

La estrategia que plantea la sociedad de inquilinos de Vitoria también es muy diferente. No hemos encontrado en la prensa ninguna referencia a acciones del tipo huelga de inquilinos. Más bien lo que encontramos es una estrategia de “revolución desde arriba” con frecuentes reuniones con las autoridades locales (alcalde, concejales y delegado del gobierno) y finalmente con la constitución de una cooperativa de casas baratas y la construcción de viviendas en suelo cedido por el ayuntamiento y bajo el amparo de la ley de casas baratas de 1911.

Una sociedad de inquilinos más burguesa que proletaria

En ocasiones nos encontramos a la sociedad de inquilinos en actos públicos o acciones más propios de la burguesía que de las clases populares. En estos actos incluso comparten espacio con otras organizaciones que en principio serían antagónicas, como la Cámara de la Propiedad. E incluso aparece en una ocasión junto a otras asociaciones de Vitoria que se autodenominan “fuerzas vivas”: Cámara de Comercio e Industria, Cámara de la Propiedad Urbana, Federación Patronal Alavesa y Defensa de la Propiedad Urbana. 

La Sociedad de Inquilinos de Vitoria, entre las «fuerzas vivas» de la ciudad

Entre esos actos en los que participa la sociedad de inquilinos que, visto desde el presente, les acerca más a una complaciente burguesía que a una reivindicativa clase obrera están el envío de una corona de flores a la inauguración del monumento a Dato en marzo de 1925 junto al Ateneo de Vitoria, Círculo Vitoriano, Casa Social Católica y las ya mencionadas cámaras de la propiedad y del comercio. Recordemos además, que el monumento fue inaugurado por Alfonso XIII, que no era especialmente estimado entre las clases populares y que en esos momentos España estaba en plena dictadura militar (la de Primo de Rivera), que fue propiciada por el mismísimo Alfonso XIII. 

Las últimas noticias que tenemos de la sociedad, ya en plena Guerra Civil y con el bando fascista triunfando en Vitoria son especialmente tristes. En ellas aparece la Sociedad de Inquilinos haciendo donaciones periódicas al bando sublevado y a la Cruz Roja. Así que sospechamos que las 4000 pesetas que en 1929 tenían en caja gracias a las cuotas de los socios acabarían en manos del bando sublevado que después de la guerra instauró 40 años de dictadura militar. 

Algunas de las acciones de la Sociedad de Inquilinos de Vitoria por el derecho a una vivienda digna

Esa imagen de burguesía acomodada que presentan tanto la sociedad como sus miembros contrasta con el discurso, mítines y acciones que realizaron en defensa de una vivienda digna. Y digo que contrasta (y personalmente me llama la atención) porque pienso en quienes serían hoy sus herederos políticos y no les imagino lanzando esos discursos y mucho menos paralizando desahucios. Vamos a ver alguna de esas acciones

1926: mitin en el Ideal Cinema

En el mes de abril la  Sociedad de Inquilinos de Vitoria celebró un mitin (la prensa lo denomina “acto de propaganda”). En ese acto intervinieron Andrés Rojas (presidente de la sociedad), Marceliano  F. Serrano Albillos y Jesús Ortiz de Urbina y Uriarte. En los discursos, especialmente en el de Serrano Albillos, se habla del hacinamiento en las viviendas, que son calificadas de “inmundas pocilgas” y que son la causa de la “degeneración y depauperación de la raza”, de las “enfermedades producidas por la falta de aire y sol” y del “daño grave para la religión, para la moralidad y para la sociedad”. En relación a esto último lo hemos visto repetido en varias ocasiones y en diferentes momentos y parece que lo que molestaba a los católicos era que padres e hijos tuvieran que compartir dormitorio. Eso era lo que atentaba contra la moralidad. Jesús Ortiz de Urbina también habló en su discurso de la aglomeración de personas bajo un mismo techo que provocaba la propagación de enfermedades como la tuberculosis. 

Al final del acto (al que se había adherido la Federación de Asociaciones Obreras) se exponen las conclusiones:

  • que se oiga a los inquilinos antes de hacer la ley de alquiler o, en caso contrario, que se prorrogue el decreto de alquiler
  • que se declaren entidades oficiales a las sociedades de inquilinos y se establezcan tribunales paritarios para entender de las incidencias entre propietarios e inquilinos
  • que se respete a los industriales y comerciantes en los locales en que se hallan establecidos así como a los que desempeñan actividades liberales.

1926-1931: constitución de la Cooperativa de Casas Baratas

En agosto 1926 la sociedad de inquilinos impulsa la constitución de la cooperativa de Casas Baratas con la intención de construir viviendas dignas y modernas que luego se alquilarían a precios asequibles. Vamos, lo que hoy sería el “Build to rent” pero además con alquileres asequibles sin ánimo de lucro. Todo el proceso de esta cooperativa creo que merece una investigación propia en la que seguramente me meteré, así que aquí haré solo un resumen sin entrar en detalles jugosos que estoy seguro de que encontraré en una investigación más dirigida a esa cooperativa. 

Como decía, en agosto de 1926 se inicia la puesta en marcha de esta cooperativa y se invita a las personas interesadas a inscribirse en ella en la sede de la Sociedad de Inquilinos. Lo que parece que impulsa la puesta en marcha de la cooperativa es la disponibilidad de suelo público (del  Ayuntamiento) que se podría ceder gratuitamente para la edificación de estas casas baratas. Estas parcelas estaban situadas en Domingo Beltrán y en Olaguibel. Las parcelas de Olaguibel eran las que resultaban del derribo de los cuarteles (lo que hoy son los edificios más próximos a la Plaza Nueva, en la acera derecha de Olaguibel en el sentido del tráfico) y del Convento de San Francisco, parte de cuyas ruinas se han rescatado recientemente y que estaban justo enfrente. 

Esta iniciativa no estuvo exenta de polémica y durante unos días (enero de 1927) hubo un cruce de artículos entre Jesús Ortiz de Urbina y un anónimo que firmaba como El Sastre de Marras. El argumento de este último era que el negocio “era perjudicial para el ayuntamiento y para el bien general”. La lectura de esos artículos es muy amena, no tanto por lo sólido de la argumentación, sino por el lenguaje que se utiliza, que bien parece un ataque de zascas. En todo caso la polémica parece que influyó en la decisión de las autoridades, que a finales de enero paralizó la decisión sobre esos terrenos, quizá porque no veía adecuado construir casas baratas en lo más preciado del ensanche vitoriano, algo que ya vimos en el artículo anterior, donde decíamos que los desarrollos en los ensanches urbanos se hacían de tal forma que no había espacio en ellos para las clases humildes. El ayuntamiento de Vitoria lo argumenta entonces así:

«siendo el principal punto a estudiar por el ayuntamiento si para construir una vivienda barata o económica se hace preciso acudir al ensanche de la población estableciendo una urbanización cara, o hay medios de proceder a la construcción de referidas viviendas en calles ya abiertas y fácilmente urbanizables» (Heraldo Alavés, 28/1/1927).

Finalmente se pudieron construir viviendas baratas, aunque en una zona que entonces estaba muy alejada del centro de la ciudad y que en los años 50 del siglo pasado todavía marcaban el límite de la ciudad constuida: Campo de los Palacios (actual Paseo de la Zumaquera).

Foto aérea de 1956-57 de la zona donde se construyeron las viviendas de la Sociedad de Inquilinos (Instituto Geográfico Nacional)

Estas viviendas de Campo de los Palacios se entregarían en 1930 y la parcela de Olaguibel se adjudicó a la Caja de Ahorros que, en 1931 decía que “no tiene en olvido la construcción de las casas baratas propuestas y que cuando llegue la oportunidad cumplirá los propósitos que en este punto tiene desde hace mucho tiempo”

Fotografía de las viviendas de Campo de los Palacios (actual Paseo de la Zumaquera) (Fondo Fundación Sancho el Sabio)
Viviendas en construcción en Olaguibel en el solar de los antiguos cuarteles. A la derecha el edificio de Correos.

1932: se evita un desahucio en Cuchillería 86

El edificio de Cuchillería 86 era propiedad del médico Francisco Molet y de su esposa Rufina Ilárraga. Había una solicitud en el ayuntamiento para declarar el edificio en ruina por las “condiciones sanitarias deplorables y la falta de agua”. Finalmente se declara ruina parcial y la propiedad desahucia a los inquilinos, que deben abandonar el edificio en 20 días. La sociedad de inquilinos defiende los intereses de éstos para que la propiedad repare el edificio pero se rechaza su propuesta, así que recurren el desahucio y el juez da la razón a la sociedad de inquilinos, que consigue evitar el desahucio de tres familias, las de José Aramendía, Gorgonio Gómez Castañeda y Toribio Martínez Ogueta. El juzgado ordena a la propiedad rehabilitar el edificio y a los inquilinos a soportar las incomodidades que resulten de la realización de las obras.

La sociedad de inquilinos a través de sus protagonistas

Andrés Rojas y Bravo (1870-1932)

Fue un reputado dentista de Vitoria que llegó a ser subinspector de odontología de la provincia en 1916. Sin duda era el de mayor edad de todos los promotores de la Sociedad de Inquilinos de los que vamos a hablar. En 1926 fue elegido presidente de la Sociedad de Inquilinos y dos años más tarde también de la Cooperativa de Casas Baratas. Por su posición profesional es de suponer probable que fuese propietario de la vivienda en la que residía en la calle Dato 6, 2º derecha, aunque no es seguro. Los estatutos de la Sociedad de Inquilinos admitía también entre sus miembros a “aquellos vecinos que siendo propietarios de fincas y a su vez sean inquilinos de otras, o que necesitan de otro local ajeno a su propiedad para establecerse como comerciantes, industriales o para viviendas”. Así que eso dejaba la puerta abierta, por ejemplo, a comerciantes y profesionales liberales propietarios de vivienda y arrendatarios del local donde ejercía su negocio. Falleció en 1932, poco después de que se entregaran las casas de Campo de los Palacios.

Marceliano F. Serrano Albillos

De origen y familia vitorianos, se movió bastante por el norte de España debido a su profesión como funcionario de prisiones. Publicó dos libros: “El sistema correccional belga” y “La asistencia social a los delincuentes” (1935). En 1923 se traslada a Santander a ocupar su plaza como subdirector de la Prisión Provincial en la calle Alta (construida sobre el antiguo cementerio de Santander en el que estaban enterrados algunos de mis antepasados del s. XIX, por cierto). Aunque un año más tarde, en 1924, vuelve a Vitoria al habérsele nombrado subdirector de la prisión provincial. Mientras ocupa este puesto publica anuncios en la prensa de las clases que imparte a las personas que se quieren presentar a las oposiciones a prisiones. El lugar donde se informa sobre esas clases es, curiosamente, en la sede del sindicato de inquilinos (Siervas de Jesús, 3). En esos años se le nombra vicepresidente de la sociedad de inquilinos y es un miembro destacado de la cooperativa de casas baratas. Pero en 1928 se debe mosquear, abandona la sociedad de inquilinos y monta por su cuenta la Liga Vitoriana de Vecinos e Inquilinos, que no debió tener mucho recorrido. En 1928 aparece como delegado de festejos del Ayuntamiento de Vitoria.

En abril de 1936 pasa a ser el director de la prisión de Burgos. Poco después, como es sabido, se produce el golpe de estado que da inicio a la guerra civil, que le pilla en esa ciudad. En noviembre de ese año, siendo director de la prisión, el bando fascista le declara desafecto y le suspende de empleo y sueldo hasta aclarar el grado de desafección. Este no debió ser importante puesto que un año más tarde vuelve a Santander como director de la prisión de la calle Alta y en noviembre de 1939 es nombrado director de la prisión de León. 

Jesús Ortiz de Urbina y Uriarte

La de Jesús Ortiz de Urbina me parece la figura más llamativa y me quedo con ganas de saber cómo acabó su historia. Quizá sus descendientes encuentren este artículo y puedan aportar más información. Si habla como un abogado, escribe como un abogado y huele a abogado es que es un abogado. Pero no debió serlo porque en ningún momento se le presenta así. A Jesús Ortiz de Urbina se le califica en la prensa como “paladín del sindicalismo católico” (1921),  “joven y valiente propagandista en el campo de la acción católica” o “incansable luchador católico”. Debía ser una persona muy popular porque es la única de la que hemos encontrado un retrato en la prensa de la época. 

Retrato de Jesús de Urbina en el Heraldo Alavés (17 de marzo de 1928)

En 1921 interviene en un mitin del sindicato católico donde expone unas ideas que hoy nos extrañaría oirlas en un político o militante de cualquiera de los partidos manifiestamente católicos:

  • hacer una ley que estimule a los empresarios para dar a los trabajadores una participación en los beneficios
  • hacer una ley sobre cooperativas de trabajo y sociedades obreras
  • hacer un seguro obligatorio de invalidez y vejez
  • establecer un salario mínimo para que el trabajador pueda hacer una vida decorosa (contra esto han votado en contra recientemente los partidos católicos actuales)
  • y además protesta por el “encarecimiento artificioso y acaparamiento de bienes” (lo que hoy llamaríamos especulación).

En 1922 es elegido concejal del Ayuntamiento de Vitoria por el Sindicato Católico. Ese mismo año se casa con Juliana Foronda. En 1923 es nombrado presidente de los sindicatos católicos. Y en relación a la cooperativa de casas baratas, es Jesús Ortiz de Urbina quien propone al ayuntamiento en 1930 que se usen los solares del derribo de la iglesia de San Francisco para construir viviendas. 

El año de 1931 es importante. En febrero se celebran en España las elecciones municipales que finalmente provocaron la marcha de Alfonso XIII y la declaración de la II República. Jesús Ortiz de Urbina se presenta a esas elecciones por la “Candidatura Antirrevolucionaria” y manifiesta “oponerse a la corriente subversiva y revolucionaria que en Vitoria pretende imponerse y adueñarse de la cosa pública”. No fue elegido por solo 9 votos. 

A partir de ahí no hay más noticias sobre él y la verdad es que siento muchísima curiosidad por conocer cómo continúa la historia. Así que si sus descendientes están buscando los apellidos Ortiz de Urbina Foronda en internet y se topan con este artículo me encantaría que me contaran cómo acaba la historia del abuelo Jesús. 

Luis Dorao Iñiguez (✝1934)

Hijo de Luis Dorao Merino, quien da nombre al colegio homónimo de Vitoria-Gasteiz y que fue profesor, director y propietario del periódico La Libertad, presidente de la Asociación de la Prensa y presidente de la Diputación durante la II República. Su hermano Higinio Dorao Iñiguez fue el primer presidente del Alavés (entonces todavía llamado Sport’s Friends Club) y el propio Luis fue vocal de esa junta directiva. Así que podríamos decir que fue fundador del Alavés

En sus primeros años ya destacaba como estudiante de sobresaliente, y así lo refleja la prensa local en 1918. En 1920 ya está escribiendo asiduamente en el periódico de su padre, “La Libertad”, donde publica la columna “Teatralerías” con el seudónimo “Simbad el Marino”. Incluso en esa época se atrevió a pisar las tablas del teatro demostrado ciertas cualidades escénicas. En noviembre debutó con el grupo “Cuadro Artístico” poniendo en escena la obra “La tía de Carlos

En 1921, como decíamos, forma parte de la primera junta directiva del Alavés

Por desgracia Vitoria no pudo disfrutar mucho tiempo de su arte. En 1931 falleció su esposa Maria de las Mercedes Rodriguez y Ortiz de Urbina, en su domicilio de C/ Florida, 28, 3º izquierda). Y tres años más tarde, en febrero de 1934 falleció él, siendo su padre presidente de la Diputación de Álava.

Francisco Escota y Arana (1871-1928)

Francisco Escota fue Guardia Civil. En 1909 fue ascendido de cabo a sargento y falleció en 1928 siendo teniente. Tuvo un breve paso por la junta directiva de la Sociedad de Inquilinos, de la que fue vicepresidente en 1924.  Dos años más tarde se inscribió como miembro de la Cooperativa de Casas Baratas. 

Foto de portada: portada de los estatutos de la Sociedad de Inquilinos de Vitoria, 1932 (fondo Fundación Sancho el Sabio)

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